El tema del matrimonio en la comunidad de los Testigos de Jehová es digno de analizar un poco más, pues no concluye en el simple hecho de que el cuerpo gobernante permita que los testigos se casen mediante matrimonios ilegales -matrimonios unidos con una “carta Declaración de Fidelidad” que no tiene validez alguna para el “César”-. Peor aún si recordamos que la organización solo ve como honorables los matrimonios que el gobierno une. ¿Se notó la contradicción doctrinal?
Esta es la entrada que explica este asunto en primera instancia: http://testigoscristianosdejehova.blogspot.com/2009/08/el-cuerpo-gobernante-y-mas-de-sus.html
Bueno, el punto es que las cosas no quedan ahí -como decía-. Pondré un ejemplo para ilustrarlo mejor:
En una congregación de un país donde no hay ley de divorcio o donde el divorcio toma muchos años para que se produzca, hay una pareja de hermanos o estudiantes que estan separados, pero –desde luego- no divorciados de sus anteriores cónyuges. Bíblicamente, ellos no estan libres para casarse entre sí, pues el “César” no les ha dado el divorcio legal de sus actuales y legales parejas.
Pero ellos quieren estar juntos porque se aman y ya sus pasados no tienen lugar en sus vidas –aunque siguen legalmente casados de sus anteriores parejas-.
En este caso, el cuerpo gobernante les da un salvo-conducto: la carta “Declaración de Fidelidad”.
En esta Declaración, ambas partes se comprometen a vivir como marido y mujer, con todas las obligaciones sociales que el matrimonio civil representa y que tratarán de legalizar sus situación lo antes posible. Se les puede dar la conferencia en el salón y desde ese momento, entre los hermanos se les considera un honorable matrimonio como cualquiera; ”válido a los ojos de Dios y de los hombres”.
Lo usual es que los ancianos locales monitoreen a la pareja y averiguen si se han esforzado por legalizar su situación. Estos datos se envían a la sucursal y se registran ahí. Esta carta del 21 de Septiembre de 1984 lo demuestra:
Es interesante notar que en caso de legalizar este “matrimonio ilegal”, la instrucción es clara: todo documento relacionado con esta Declaración de Fidelidad debe destruirse. Asi parecen estar “esforzándose por tener una posición aprobada delante de Jehová”.
Hasta el momento, todo va “bien”. Nuesta pareja de Testigos de Jehová se ama, viven juntos y hasta quizás ya tienen hijos. Se nota la “gran bendición de Jehová sobre esta unión” y además los ancianos les estiman mucho pues están ayudando mucho a su congregación local, “trayendo más personas sinceras al pueblo de Dios”.
Pero esta “felicidad” no duraría mucho. Para el siguiente año, el cuerpo gobernante nos envió más luz sobre divina el tema:
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¿Tiene la misma permanencia de un matrimonio legalizado la “Declaración de una Promesa de Fidelidad” en una relación marital existente?
Esto tiene que ver con el arreglo especial que se ha permitido solo en los países donde la ley no permite a un individuo divorciarse de un cónyuge previo. Los cristianos se interesan de manera apropiada en este asunto, pues la Palabra de Dios muestra cuán seriamente considera Dios el arreglo marital. De hecho, el apóstol Pablo escribió: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros”. (Hebreos 13:4.) Por consiguiente, notemos la clase de situación que hace surgir esta pregunta:
Al aprender la verdad, cierta pareja se halla en una relación marital que no se puede legalizar; no obstante, uno de ellos, o ambos, desea el bautismo cristiano. La declaración es una promesa de fidelidad a esa relación marital hasta que sea posible legalizar la unión de acuerdo con la ley del país. La Atalaya del 15 de agosto de 1977, página 503, sugirió cómo se podría redactar tal declaración, al decir: “Se considera tal declaración como no menos obligatoria que la que se hiciera ante un oficial del registro civil que representara a un gobierno de ‘César’ del mundo”. (Véanse las palabras de Jesús en Mateo 22:21.)
Sin embargo, ¿cuál sería la situación si “César” cambiara la ley sobre el divorcio, como sucedió recientemente en Italia? Puesto que ahora es posible obtener un divorcio de un cónyuge previo, el cristiano bautizado que vive como parte de una relación marital como la que abarca la “Declaración de una Promesa de Fidelidad” tiene que dar pasos inmediatamente, de acuerdo con la declaración, ‘para obtener reconocimiento legal de esta relación’. El primer paso sería obtener un divorcio del cónyuge previo. El siguiente paso sería legalizar el matrimonio con el cónyuge actual. Aunque el cónyuge actual no sea creyente, este tendría que consentir en legalizar el matrimonio. Si el incrédulo no consintiera, el cónyuge cristiano tendría que separarse de él a fin de mantener una posición aprobada en la congregación. La razón de esto es que la congregación ya no puede reconocer como válida la “Declaración de una Promesa de Fidelidad” debido a que entonces hay la posibilidad de tener un matrimonio legal.
No obstante, cuando surge esa posibilidad y los dos realmente se casan, tal matrimonio legal compromete permanentemente, en contraste con la “Declaración de una Promesa de Fidelidad”, que había sido un solemne arreglo provisional.
Teniendo en cuenta que los artículos llamados ‘Preguntas de los Lectores’ es la cara al público de sus doctrinas y procedimientos, nos preguntamos: ¿Qué es en realidad un “solemne arreglo provisional”? Sin eufemismos, puedo responder que no es más que –según el punto de vista de la misma watchtower- vivir en “fornicación “legalizada” y socialmente aceptada dentro de sus doctrinas”.
¿Cuál es la cara interna de este asunto? La respuesta esta en esta carta enviada a los cuerpos de ancianos con fecha del 25 de Octubre de 1985:
Esta carta no es del dominio público ni de los publicadores en las congregaciones, –bueno, hasta ahora-.
¿Qué puedo decir? La misma acción, luego de un período de gracia de seis meses, ahora es digna de un comité judicial y una posible expulsión.
Entonces, ¿Quién define lo que es pecado? ¿El “César”? ¿La opinión del pueblo? ¿Quién?
Lo que seis meses atrás fue razón para felicidad, un discurso en el salón del reino y la bendición de Jehová, ahora es razón para un comité judicial y expulsión.
La lógica detrás de estas normas doctrinales de organización me parecen aberrantes –si es que hay realmente alguna lógica-.
Por lo demás, creo que en realidad, la pregunta más importante que se repite en mi mente se desprende del último párrafo de la carta:
¿Cómo es posible saber de estas directrices y aún así poder “servir a Dios con una buena conciencia”?